Diseñado para favorecer el desarrollo motriz grueso, la coordinación mano-ojo, el balance y fortalecer las extremidades. Jugar, en definitiva, moverse durante los primeros años de la infancia es la base para un adecuado desarrollo emocional, cognitivo, social y por supuesto motriz. Y moverse da mucho placer en la infancia, precisamente porque es vital para su desarrollo global. Para que un niño tenga éxito en su vida, no sólo a nivel escolar sino también social y personal, debe haber experimentado multitud de movimientos a través de su juego, al menos durante los 6 primeros años de su vida.
Edad recomendada de 10 a 28 meses.